martes, 26 de marzo de 2013

Movie Time: Side Effects y el adiós de Soderbergh





Steven Soderbergh dirigiendo a Rooney Mara



Steven Soderbergh es, sin lugar a dudas, uno de los más brillantes cineastas contemporáneos… una de esas ave raris que verdaderamente NACIERON para hacer cine. El tipo ha llevado el concepto de one-man band a otro nivel pero conservando la humildad ante todo. No muchos lo saben, pero frecuentemente es él mismo quien hace la cinematografía de sus películas bajo el seudónimo de Peter Andrews el primer y segundo nombre de su padre y también ha preferido ser su propio editor con el alias de Mary Ann Bernard, que es el nombre de soltera de su madre. 

Por si fuera poco, es uno de los pocos directores que han podido caminar la fina línea entre el cine comercial y el art house con una pericia admirable. Probando su versatilidad en cintas como Sex, Lies and Videotape  (1989) que le valió la Palma de Oro en el Festival de Cannes y lo lanzó a la fama al igual que en blockbusters como Ocean’s Eleven (2001) o películas Oscar-made como Traffic (2000) y Erin Brockovich (2000). Incluso se atrevió a reinterpretar al maestro Andrei Tarkovsky, haciendo en el 2002 una nueva versión de Solaris  con George Clooney. 


Con tanto talento y capacidad para hacer multitasking, el mundo del cine se conmocionó cuando en marzo del 2011 anunció que se retiraría como realizador, para dedicarse de lleno a su gran pasión que es la pintura. Describiéndose como un ferviente admirador de Lucian Freud (que también uno de mis artistas favoritos), Soderbergh declaró: “llega un punto en el que dices ‘si me tengo que subir otra vez a una van para buscar locaciones, simplemente me pegaré un tiro,’ es momento de dejar que se suban a la van los que aún se emocionan”. 

Sin embargo, aún le quedaban tres proyectos por rodar. El primero, The Man from U.N.C.L.E. que sería una adaptación de la serie televisiva del mismo nombre nunca logró concretarse, pues Steven decidió terminar las negociaciones con la Warner Bros. de manera súbita. También tenía entre manos el filme biográfico Behind The Candelabra, basado en el legendario pianista Liberace y con las actuaciónes de Matt Damon y Michael Douglas. Desafortunadamente, la noticia de su partida preocupó a los estudios, quienes se negaron a apoyar la distribución y la cinta fue relegada a estrenarse por medio del canal HBO.

Por lo tanto, este 2013 trae para nosotros lo que parece ser la última reverencia de Steven Soderbergh cual mago después de una ilustre carrera de casi treinta años. La semana pasada fui invitada a la premiere de prensa de Side Effects (Terapia de riesgo), un elegante thriller psicológico estelarizado por Jude Law, Rooney Mara, Catherine Zeta-Jones y Channing Tatum, que explora los límites de la demencia y la cordura en medio del peligroso mundo de la psicofarmacología.

Emily (Rooney Mara, The Girl With The Dragon Tattoo) es una joven neoyorkina que espera la próxima liberación de su marido Martin (Channing Tatum), encarcelado por fraude y tráfico de influencias. Al llegar el momento de su salida, Emily se ve atormentada por el cambio en su vida y cae en una profunda depresión. Tras un fallido intento de suicidio, comienza a asistir a terapia con el psiquiatra Jonathan Banks (Jude Law) quien le prescribe un nuevo y popular antidepresivo. Poco a poco, Emily comienza a notar alarmantes efectos secundarios de la droga, que derivan a su vez en terribles consecuencias.

Sobre el guión les platico que fue escrito por Scott Z. Burns, quien había trabajado anteriormente con Soderbergh en Contagion (2011) y The Informant! (2009). Por más de una década, el escritor pasó varias semanas haciendo investigación en el hospital psiquiátrico Bellevue de Nueva York, hablando con los doctores del lugar, trabajando con enfermos mentales e incluso con algunos que tenían pasado criminal. Así fue como decidió escribir un thriller estilo noir, con influencia de cintas como Double Indemnity  (1944) de Billy Wilder y Body Heat  (1981).

Burns comenzó a desarrollar la trama con ayuda de la Dra. Sasha Bardey, que en ese momento era Director Adjunto de Psiquiatría Forense en Bellevue. Al respecto, el guionista comentó: “Su contribución fue esencial porque esta película tenía que estar firmemente anclada en la realidad”. Así, mientras Burns se encargaba de armar la columna vertebral de la historia, Bardey se ocupaba del contexto.

Al sumarse Soderbergh como director y Lorenzo di Bonaventura en el área de producción, el resultado fue excepcional. Un filme profundo pero envuelto en una piel comercial, con actuaciones maravillosas, giros inesperados en momentos un poco inverosímiles pero manteniendo en todo momento la emoción y la adrenalina a tope. TIENEN QUE VERLA. Otro gran plus fue el cambio al casting original que se hizo de último momento. Así, la actriz Blake Lively de Gossip Girl fue sustituida por Rooney Mara, quien me parece una de las mejores actrices de la nueva generación.

Debo confesar que, después de ver Haywire  (2011), llegué a pensar que era buen momento para que Soderbergh se retirara. Me pareció una película “hecha bajo pedido”, sin mucha inspiración o alma, era evidente la crisis creativa por la que estaba pasando y que él mismo hizo pública. “Me pone nervioso sentir que me estoy repitiendo a mí mismo, la impresión de que ya hice esa toma o escena anteriormente”, mencionó en una entrevista con Studio 360. Sin embargo, después de ver Side Effects sólo me queda rogarle a Soderbergh que reconsidere. Nadie sabe si su decisión es definitiva, pero bien dicen que el que mucho se despide… pocas ganas tiene de irse.

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